Todo muy parejo. El primer gol llego recién a los 8 minutos del segundo tiempo. Manija tenía la pelota pero no lastimaba. La circulaba con criterio pero con poco peso en el área rival. Los 8 aprovechó sus espacios liderados por la voz de mando y aliento de Walter Olmedo bajo los tres palos y se puso 1 a 0. El golazo – tal vez uno de los mejores goles del torneo- de Guido Gonzalez, un zapatazo tremendo de casi mitad de cancha al ángulo que el arrojo inútil con mano cambiada del arquero le otorgó una espectacularidad asombrosa; le puso una cuota de dramatismo al resultado final. Es más, a Walter se le escapó una pelota increíble y faltaban 8 y el partido les favorecía a los Manija. Pero apareció la dupla Olmedo-Specterman, para empatar y con una doble pared exquisita colocar a Los 8 en su primera final y permitirle, por qué no, soñar con su primer campeonato.